20/3/07

Memorias del verdulero de la esquina IV. (Dado el Exito Obtenido )




Viajar.

A esta altura de mi todo , no se si es una ininterrumpida cadena de casualidades o es cuestión de karma.

Soñaba con viajar.
Desde que me llevaron por primera vez al aeropuerto a despedir a mi primo Chiquito.
Cuando ví al avión de cerca , en tierra , y dispuesto a despegar , me pareció la cosa más maravillosa del mundo.

Aùn sigo pensando que los aviones son maravillosos.
Son máquinas de tiempo.

Recuerdo el primero , viró para tomar carrera , y las turbinas tiraron un viento feroz , caliente , infernal a todos los que tontamente hacíamos adiós desde la terraza del aeropuerto de Carrasco.

Mi tía Negra flameaba en un vestido de rosas y se llevó la mano a la boca con su sinúmero de esclavas de oro , en un gesto que más de una vez me sorprendí realizando involuntariamente. Regalos de la genética...

Estaba seguro que nunca viajaría.
Estaba seguro que nunca subiría a un avión.
Nunca hice el menor esfuerzo para revertir mi creencia. Sólo soñé... y supongo que la fuerza del deseo hizo el resto.

He viajado mucho y se que viajaré mucho más. Nunca sé muy bien ni porqué ni en peregrinación de que santo me aviento hacia otros lugares. No sé si la casualidad me premia o me castiga.

Yo solo viajo.

No busco nada , no voy al encuentro de nada , simplemente voy y ya no reparo en mis compañeros de viaje , no entablo conversación alguna y la emoción que antes significaba el despegue ha desaparecido por completo. Solía leer libros , ya no.
Duermo.


En el aeropuerto de los Angeles , vi a una somalí , casi tan idéntica a mi tía negra que dudé que no fuera.
Mi tía hace más de 35 años que está muerta.


Su manto amarillo y dorado se infló formando un ala redonda , esférica , cuando un inesperado viento nos abrazó a los dos en la cinta transportadora.

Llevó su mano a la boca , cerró los ojos y se le saltaron dos lágrimas como de aceite.
El mismo gesto de mi tía.
Mi mismo gesto.

Y el mundo pasaba a nuestros costados mientras permanecíamos quietos.
Enfrentados y abanzando.

Permanecíamos quietos , y abanzábamos.

Entonces caí en cuenta de que en realidad no viajo , simplemente permanezco inmóbil y el mundo abanza a mis costados , en sentido contrario.

Me llevé la mano a la boca , es claro y sentí de nuevo el viento aquel , aquel primer viento ardiente que me abrazó la cara en aquella terraza hace tanto tiempo ya.



Recordé a mi madre , vestida de verde con una rana prendida en el corazón que le había traído de no se dónde.
Recordé los brazos de mi hermana Maru alrededor de mi cuello y su aliento húmedo y entrecortado atravesando mi camisa.

Recordé que me di vuelta , que me llevé la mano a la boca y escuché a mi madre decir , "no mires para atrás! , no mires!".

Y no miré porque todo se me nubló.

Oí a Maru decir un "no te vallas".

Mi madre por ultima vez y a lo lejos , "no mires para atrás".




Aún cumplo el mandato , y no miro para atrás.
Soy un Orfeo sin ansiedades.
Obediente.

Sé que el mundo pasa a mis costados.

Viajar , entonces , no es más que quedarse quieto y no mirar para atrás.