16/4/07
Memorias del verdulero de la esquina V. Cuanto es demasiado?.
Tu castigo es que sólo te recuerde en dolor.
"Esto es un no lugar" , me dijo.
Pero yo hice como que lo escuchaba.
Hacía un tiempo que sus palabras no me interesaban .
No lo amaba más , pero aún no lo sabía.
Prefería insistir en cartas y encuentros anuales.
También supe tener mi cuota de ridículo romanticismo. Obvio.
No siempre fui esta araña enclaustrada en el ricón más alto.
No.
Sentados en la plaza de comidas del Punta Carretas Shopping.
Los ventanales intentaban ofrecer una menguada vista de la rambla , se estiraban tiritando en una tormenta como solo en Montevideo sabe orquestar.
El cielo plúmbeo se rajaba una y otra vez en relámpagos rosados.
Los árboles se sacudían en verde , en posesión diabólica.
"Un no lugar , es , un shopping , un aeropuerto , un restaurante de comida rápida..." prosiguió , "un lugar que puede ser tanto en Moscú como en Montevideo. Un lugar al que si te llevan con los ojos cerrados , no sabrías reconocer dónde está ubicado , ni siquiera que país es".
Pensé en Moscú.
Sabía como estimularme.
Esa es la verdad.
En realidad yo miraba una palmera que se desmembraba por los aires.
El viento la despanzurraba lanzando sus tentáculos alto , como núnca imaginó.
Ví un racimo de sus frutos explotar contra el suelo.
Se me llenó la boca de sabor a butiá.
Butiá.
Como el que bajábamos a pedradas de la palmera de la puerta de la escuela , o de los fondos de la casa de tío Alberíco.
Se me erizaron los dientes.
La saliva corrió garganta abajo.
Tragué fuego , y sin razón aparente se me encendieron los ojos.
La lluvia esmeriló los ventanales.
El sur atravesó los vidrios y me abrazó de invierno.
Castañeté mis dientes contra el filo de la taza del mocca que pagó con dinero de su madre.
"Tenés el pelo demasiado largo , te creció demasiado desde la última vez que te ví , parecés un noble francés".
Y cuánto es demasiado? , le pregunté.
Del resto no me acuerdo.
Dormido.
Profundamente.
Profusamente soñando.
Mi madre me pasaba la mano por la cabeza y me decía "mi negro".
Me di vuelta en la cama y me despertó el dolor.
Una puñalada en la espalda.
Como si me arrancaran el espinazo.
Ciática.
Dolor.
Grité en el medio de la noche.
Grité de dolor.
Y estaba solo.
Lejos.
El sudor se abrió camino entre los poros de mis palmas y mis axilas.
(Tragué aire como los peces fuera del agua).
El dolor me trituraba.
"Fractura conminuta" , pensé. "Dolor exquicito" , como decía aquella profesora de enfermería.
Es extraño , el dolor dispara la mente hacia cualquier dirección y uno se encuentra sufriendo y recordando cualquier cosa , pensando cualquier estupidez , o preocupado por la más trivial de las nimiedades.
El dolor obnubila.
Enceguese.
Bestializa.
Algo así.
No sabía dónde estaba.
No veía nada.
No atinaba a prender la luz.
Un relámpago iluminó la habitación.
Desconcierto total.
No sabía que cuarto era ese.
Porqué la cama era tan grande?.
Giré la cabeza y por la ventana se veía una esfera gigante roja con un 76 en azul que giraba bajo la lluvia.
Más allá un anuncio de Shell.
Supusé que aquello era un McDonald.
El dolor no me dejaba pensar.
Me distraía con recuerdos random.
Mi madre dormida en la playa.
Maru chiquitita así flotando en la playa buceo haciendo la plancha , creída de que yo la sostenía por debajo.
La espalda blanca y tersa de aquel , ya sin nombre pero del cual guardo el olor dulce de su nuca.
(Eso es mío).
El piso frío de aquella casa y los dos desnudos en cunclillas hurgando en su heladera algo para comer.
Muertos de risa.
El cachetazo de mi padre porque no aprendía a hacerme la moña para ir a la escuela.
Donde estoy por dios?!.
Aquel grafitti en aquel muro , "Nieztche no existe. dios".
Dios con minúscula , muy Uruguay , pensé.
Lancé la mano en cualquier dirección , como los que se ahogan.
Algo así , ponele.
Se encendió la luz.
Una habitación de hotel.
Cualquier hotel.
N.Y. , L.A. , Paris , Las Vegas o Bs. As.
Cualquier lugar.
Un lugar incierto.
Un no lugar.
" Un lugar al que si te llevan con los ojos cerrados , no sabrías reconocer donde está ubicado , ni siquiera que país es".
Recordé su boca decir mientras quitaba las pelotitas de lana de su bufanda con el pulgar y el indice , "Demasiado es cuando se rebasa el promedio de la norma".
De satisfacer mi instinto , me hubiese levantado y le hubiese borrado la cara con la misma silla en que estabas sentado.
Como en las películas.
Pero opté irme a caminar bajo la lluvia.
Mi más querido y solitario placer.
Y creo que esa fué la última vez que lo ví.
Demasiado es cuando yo digo basta.
Y aún no es tiempo para eso.
Aún no.
No.
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