12/9/08

El efecto " Green House".




*

Cuando uno anda desterrado anda haciendo malabares por cualquier ciudad.
Cualquiera que nos ve , quizás pueda adivinar (o no depende de la destreza particualar), al vernos caminar , que vamos atajando los pedazos que se nos caen.
El susto disimulado en lentes negros y aturdiendo cualquier discurso con auriculares , marchamos entretejiendo hilos anónimos , anudando desmayos en las esquinas y tirando recuerdos que se nos vuelven a montar.

Me llamó a las 9 y yo aún andaba en calzonsillos. Manías de la mediana edad.
"Si no vas a hacer nada , voy más tarde por ahí a darte un beso".
Cómo negarme a tan buena excusa . La mejor.

Después fuimos al super a comprar verduras , a una brasilera se le iluminó la cara al contestarle que éramos uruguayos.
Esperamos a que se hiciera la hora , no sin antes comer , para ir a buscar a Patricio a la escuela.

Salimos antes con la ansiedad de los que nada tienen que hacer , estacioné el auto y nos dirigimos a la puerta del colegio.

Eramos los primeros.
Lo de siempre.

La segunda en llegar fue una embarazada que se sentó en el cordón de la vereda a unos metros de nosotros. Parecía un carro alegórico olvidado pintado de gris.

Todos mirábamos las casas de la vereda de enfrente y entonces le dije: Vero , vos crees que algún día tengamos una casa como esas?.

Pensó unos segundos y prolongó la columna de humo que salía de su boca más de la cuenta y dijo mientras continuaba largando humo entre los dientes.

"Tenemos que..."

Miré la casa verde que era la que más me gustaba , y me imaginé viviendo dentro.
En esa calle , en ese barrio , bajo aquellos árboles.
Con John.
Con la gata.
Con mis muebles ridículos.
Con la ropa doblada dentro de roperos.

Tal vez algunos amigos vinieran los domingos.
El pasto estaría siempre largo.
No me crecerían las rosas.
Seguro que no , pensé , seguro que no me crecería las rosas así.

Y entonces dije.

"Ah no! , no! , no me pongas esa obligación arriba! Que yegua que sos! , que botija , boh!".

Se rió.
Yo hice lo mismo.


-Doña! , doña! , cuidado! , el auto!. Le grité a la embarazada.

Alguien estaba intentando estacionarse muy próximo a ella , y ella no se daba cuenta. Estaba absorta mirando la casa verde.

Se levantó apoyándose a toda la dificultad que encontró a mano.
Se acercó hasta nosotros dando tumbos.

"Si no se movía , la armenia me la iba a pisar!" , le dije riendo como bienvenida.

"A ellos no les importa". Contestó sin rencor , mientras se abanicaba con un papel amarillo con los horarios de los ómnibus escolares.

Y nos empezó a contar su vida.

Toda su vida.
Desde que vino de Mexico.

Toda una vida que desconocíamos por completo.


Y ahora estoy embarazada , concluyó.



Fue lo último que nos dijo , mientras me ponía al hombro la mochila de Patricio.






Y la dejamos abandonada a su porvenir , como quien cierra la puerta de un cuarto no sin antes apagar la luz.






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