23/5/09
Los vientos de Santa Ana.
Son los vientos de Santa Ana.
Entran por la ventana y mesen en polvo mis lamparas chinas.
El sol cae a plomo y en un par de horas todo quedará blanco , blanco , como son todos los mediodías de California.
Los pájaros cantan , pájaros desconocidos , raros , de este lugar.
Un cuervo grazna en dolor de sed y camina como un señor de negro con las manos en el bolsillo. Patea la ceniza de lo que aquí llaman tierra y me mira con su ojo negro sobre negro.
No quiere volar , busca agua.
Esto es el desierto.
Verónica fue a San Pedro y tomó sopa de ostras , fue a ver a las ballenas , pero terminó caminando por el puerto. Ver a las ballenas sale caro y ya estamos cansados de ver que pasen las cosas, la gente , las bestias y no recalen en este lugar. No necesitamos pagar para eso.
Todo es tránsito , lo se , pero sigo en transe.
La gata duerme sobre mi saco y navega sola , con la cara tapada por sus patas como en rezo de no volver. Eso es lo que me digo , pero siempre vuelve , le gusta volver. Pronto será una bolsa negra de hormonas desatadas y andará por la casa a los gritos y sin entender nada.
No le abriré la puerta para que salga , no lo haré , y me siento un poco Bernarda Alba.
Anoche regué el jardín y con el chorro de la manguera lo desaté de sus telas de arañas.
Le planté alegrías de todos los colores. Pensé que era una buena idea tener alegrías ni bien salgo.
Tengo miedo , mucho miedo , de que los calores de agosto destruyan mis esperanzas de jardín de mayo.
Tampoco se puede vivir en miedo.
Hoy el tiempo no va a pasar por casa.
Esta noche saldré a la puerta y fumaré un cigarro.
Si creyera , resaría por vos.
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